Aunque el territorio Colombiano es inmenso, no desfallecemos en nuestro objetivo de conocer y documentar la mayor cantidad de rutas, pueblos y regiones del país.
Con esto en mente, decidimos explorar la zona suroccidente de Cundinamarca, por lo que diseñamos una ruta de 4 días de viaje.
Jornada 1: Bogotá, Girardot, Pubenza
Programamos para el primer día el recorrido con más kilómetros aprovechando que la altimetría para llegar a Girardot es “bajando” así que el largo descenso desde Facatativá permite avanzar varios kilómetros con el gasto mínimo de energía.
Iniciamos antes de que salga el sol y desde la autopista Bogota-Medellín tomamos el desvío hacia Facatativá. Atravesamos el casco urbano para tomar la Autopista hacía Vianí bajando el Alto de la Tribuna, un puerto muy reconocido para los Bogotanos por su longitud y alto flujo de tráfico pesado. No obstante, siendo aun temprano en la mañana, el descenso se puede hacer con relativa fluidez, pero siempre con los 5 sentidos muy alertas.
Particularmente el día de hoy, y como no nos había pasado en ocasiones anteriores, el clima nos acompaña con un denso manto de niebla que permanece con nosotros varios kilómetros y que le da un toque de misterio y novedad al recorrido. ¡¡ Empezamos bien !!…
Tras 11km de descenso, tomamos el desvío hacia Guayabal de Síquima, población que bordeamos y posteriormente llegamos a la base del primer puerto del día: Alto Bituima, con 13km y 4% de inclinación promedio.
Paramos en Vianí para el segundo desayuno, tomamos fuerzas para coronar el puerto y continuar el descenso de casi 40km pasando por el cruce a San Juan de Rioseco y aterrizando en la glorieta recientemente construida que reparte a Cambao, Honda y Girardot.
Tomamos la salida al sur para dirigirnos a una de las poblaciones mas visitadas por los capitalinos en los fines de semana, puentes y vacaciones, por su caluroso clima y variada oferta de clubes y fincas de recreo.
Pero para llegar a Girardot primero debemos recorrer un segmento de poco mas de 100km paralelo al magnifico Rio Magdalena, que como suele pasar, en el plan de viaje parece plano pero que al momento de recorrerlo te das cuenta que tiene cortos segmentos de subida que debemos tomar con calma para administrar las fuerzas.
El factor del que más estábamos prevenidos era por supuesto el calor, ya que estando a 200 m.s.n.m, temíamos que pudiera ser bastante desfavorable, no obstante, tenemos fortuna ya que algunas nubes nos acompañan, por lo que, aunque hubo ciertos puntos álgidos de alta temperatura, los pudimos manejar y afrontar con buena hidratación sin que causaran efectos muy negativos y eso que tuvimos que lidiar con una pinchada…
Avanzamos a ritmo constante, pero ya ha pasado buen tiempo desde la hora del almuerzo por lo que en el Km 166 en la población de Guataquí decidimos hacer parada para comer, y nuevamente la fortuna nos acompaña pues en el tiempo que estuvimos alimentándonos, cae un aguacero de esos típicos de tierra caliente: Mucha agua en poco tiempo.
Avanzamos cruzando Nariño y poco antes del Km 200 finalmente vemos el puente Enrique Santos Castillo, el cual marca el punto mas lejano de la travesía y el inicio del retorno que tomará 3 días adicionales.
Llegamos a Girardot, pero solo bordeamos la cabeza municipal por la autopista y posteriormente damos por terminada la jornada en un hospedaje unos metros antes del peaje de Pubenza completando así 223km, nuestra segundada etapa más larga en un viaje.
Jornada 2: Pubenza, Agua de Dios, Mesitas del Colegio
Como el objetivo es explorar y conocer los caminos y pueblos del sur de Cundinamarca, para la ruta de regreso a Bogotá no tomamos la autopista, sino que nos adentramos en la montaña, para conocer más del departamento.
Empezamos por llegar a Tocaima, en donde tomamos el desvío hacía Agua de Dios, el cual inicia con carretera perfectamente pavimentada y señalizada además de atravesar el puente Antonio Nariño que pasa sobre el Río Bogotá. Tras 10km sobre el asfalto, damos la vuelta al parque de Agua de Dios, tomamos foto en su Parroquia y continuamos el camino hacia el Nilo.
Es notable el cambio en el estado de la vía, que, aunque sus primeros kilómetros siguen en asfalto un tanto deteriorado, el destapado se hace presente con material bien asentado que invita al avance rápido aprovechando las características de la bicicleta de gravel. ¡¡Muy emocionante!!
Finalmente llegamos al Nilo, el lugar que en parte motivó el viaje, así que conocemos el parque principal y comemos uno de nuestros combustibles favoritos: Ensalada de frutas con helado – Muy apropiado para el clima y recuperar calorías gastadas.
Después de los minutos de descanso y con la energía arriba, nos disponemos a afrontar el ascenso del día: Alto Los Mentos con 18km al 5% en asfalto y destapado. Sabíamos que era clave tomar un ritmo moderado para administrar la energía, así que el primer tramo en asfalto hasta la población de Pueblo Nuevo, la tomamos con calma y hacemos parada para almorzar el acostumbrado corrientazo ya que mas adelante en la montaña no hay puntos de recarga así que debemos ir con el tanque lleno.
Empieza la tarea pero pronto nos damos cuenta que el terreno no es lo que esperábamos ya que esta mucho mas escarpado, con rocas grandes, huecos y muy pocas líneas limpias. Y aunque la pendiente nunca pasa del 10%, el pedaleo es lento y de mucha fuerza por lo que en muy pocos kilómetros se acumula la fatiga muscular y avanzamos lento… pero avanzamos. Poco a poco se consumen el segmento, pasando por varias superficies pero todas igualmente complejas, nos distraemos admirando la verde vegetación y adivinamos hace cuanto no pasa ni un vehículo por esa vía.
Tras poco mas de 3,5 horas, llegamos a la cumbre, aliviados por haberlo logrado y esperanzados en la recompensa del descenso, sin embargo, la ruta (y la vida) en ocasiones es un tanto cruel, y el camino no mejora para la bajada. Aparecen piscinas de lodo por la lluvia de las ultimas horas, el camino sigue empedrado y muy técnico. Sacamos un poco de aire de las llantas para tener mas amortiguación pero, aunque ayuda, esta lejos de ser el descanso que necesitábamos.
Pero lo afrontamos y asumimos como es, y descendemos a lo que nos dan nuestras habilidades de ciclomontañismo sin tomar demasiados riesgos y evitando golpes o caídas. Así poco a poco y con rápidas paradas para aliviar el cansancio de brazos, manos y dedos, logramos pisar asfalto y aterrizar en Viotá.
Ya siendo media tarde, tomamos el segundo almuerzo viendo el segundo tiempo del partido Colombia-Uruguay, cuya derrota aunque triste, nos ayuda a distraer la mente de nuestra propia fatiga y cansancio.
Sin mas tiempo que perder, retomamos rumbo a Mesitas del Colegio municipio que nos hospedará por esta noche, pero antes deberemos escalar Alto El Triunfo de 14 km al 4% y totalmente pavimentado. Nuestro cuerpo agradece que ya no tenemos que maniobrar para esquivar o superar rocas y zanjas, pero ya no tenemos la misma energía ni fuerza además los repechos con pendiente doble-digito se encargan de drenarnos lo que nos queda.
Así, pasa el atardecer y cae la noche llegando al municipio del Triunfo, donde para finalizar nos tomamos una gaseosa casi celebrando la hazaña de este día.
Encontramos nuestro hospedaje y reflexionamos sobre la ruta del día siguiente y concluimos que es mejor optar por una opción mas relajada que le permita al cuerpo recuperar fuerzas para lo que queda de viaje.?
Jornada 3: Mesitas del Colegio, Cachipay, Anolaima
Dado que decidimos modificar la etapa, que originalmente nos llevaría por destapado cruzando Quipile, nos permitimos unas horas más de sueño y salimos a media mañana rumbo a Anolaima, nuestra última parada.
Por la Autopista, debemos recorrer 50km y superar 2 puertos: Alto La Mesa y Alto de Manila. El primero de ellos comienza en un paso a nivel sobre el Río Bogotá, que nos baja la nota un poco porque su imponente caudal se ve empañado por su turbio color espumoso que denota su nivel de contaminación.
Empezamos a afrontar los 13 Km aun con buena temperatura corporal, aunque rápidamente el cielo despejado y el sol calientan nuestras espaldas. La vía es agradable ya que el flujo de carros es bajo y el pavimento esta en buen estado, pero nuestras piernas ya adoloridas sufren por que tiene una buenas rampas y cortos segmentos de alta inclinación.
Tras el kilometro 11 el panorama cambia ya que llegamos a la Autopista principal hacia la Mesa, por lo que la carretera se ensancha y el flujo vehicular aumenta sustancialmente, sin embargo, la vía en buen estado y doble carril permiten pedalear cómodamente al costado derecho sobre la línea. La cosa se complica un poco al llegar a la Mesa y atravesar la cabecera municipal pues la doble calzada se reduce a un solo carril, hay muchos vehículos parqueados a los costados y los cruces hacia todas las direcciones abundan. Son un par de kilómetros en los que no se puede perder la concentración para maniobrar de la manera mas segura.
Disfrutamos del descenso hasta la Gran vía y hacemos parada para el primer almuerzo del día. Descansamos un rato y retomamos fuerzas para alcanzar la segunda cumbre del día. El alto de Manila, con 18km de longitud y 5% de pendiente promedio, es un reto desafiante para cualquiera, pero se vuelve un reto mental cuando tus piernas ya están cargadas y desde el primer metro tu cuerpo pareciera decir ¡No más!.
Pero la locura nos llevó a este punto, así que la locura de seguir y perseverar nos hará llegar a la meta a pesar del dolor y cansancio. Irónicamente, lo agradable del paisaje hace que la mente se distraiga y que se consuman los kilómetros, nos hidratamos y comemos sobre la bici y hacemos una parada en Cachipay para darnos ánimos con una ensalada de frutas con helado.
Ya con lo ultimo pasamos el cruce a Zipacón, y terminamos el puerto para disfrutar del descenso hasta Anolaima y llegar a su parque principal.
Jornada 4: Anolaima, Zipacón, Bogotá
Llega la ultima etapa con la nostalgia de terminar un viaje que nos trajo unas experiencias inolvidables. Para empezar el día como se debe, desayunamos en la plaza de Anolaima para llenar nuestros tanques de combustible con el sabor tradicional colombiano.
Iniciamos con el Alto de Anolaima, 7 km al 3%, con actitud de domingo y agradeciendo que su inclinación no es demasiada y más bien apropiada para calentar de nuevo los músculos.
Llegamos a la cumbre y después al cruce a Zipacon en donde el Alto de la Virgen, con sus 18km es el verdadero reto del día. Lo bueno es que ya lo conocemos, sabemos que tiene unas cuantas curvas con fuerte inclinación, pero nos distraemos pensando en el inigualable Pan de Maiz de Zipacón.
El clima empieza a enfriarse y se nota que estamos mas cerca de Bogotá. Por el camino nos vamos vistiendo con guantes, mangas y nos apuntamos los jerseys. Eso sí, Bogotá nos recibe con un aguacero de esos que tapan alcantarillas, crean lagunas en las vías y ralentiza el tráfico; pero para nosotros ya no hay más espera y a pesar del frío y seguimos sin importar agua y viento hasta llegar a casa a descansar.