Jornada 1: Bogotá, Ubaté, Barbosa, San José de Pare
Para ser honestos, si nos hubieran preguntado hace un par de meses si haríamos la ruta Bogotá-Santa Marta lo mas probable es que habríamos contestado – No, gracias; pero la vida da vueltas y una serie de circunstancias se conjugaron para que cambiáramos de opinión. ¡y menos mal fue así!
Existen varias alternativas para iniciar esta travesía al mar Caribe desde Bogotá, y para escoger, el criterio que usamos fue bastante personal: el recorrido que no hemos grabado ni compartido con los seguidores amantes de la bicicleta. Con esto en mente optamos por hacer en esta primera etapa la ruta Ubaté-Chiquinquirá-Barbosa-San Jose de Pare.
Iniciamos temprano porque es una ruta larga de 180km en la cual atravesaremos varios municipios y la carretera es muy cambiante, así que es mejor tener tiempo de sobra y no que falte.
El primer reto de la jornada no será un puerto de montaña sino una pinchada a escasos 30km de comenzar a pedalear. La vía sucia y llena de vidrios ocasionó un hueco en una de las llantas traseras que el sellante del sistema tubeless no pudo cerrar, así que tuvimos que detenernos para instalar el neumático. En este momento, la travesía nos da la primera lección: siempre revisar el estado de los neumáticos pues uno de ellos estaba pinchado, pero nos dimos cuenta cuando ya estaba instalado….
Remediamos con otro neumático, pero el episodio nos cobró casi una hora de camino, ni modos, aunque un tanto frustrados, retomamos camino y continuamos para ahora sí superar el puerto de montaña de la jornada: Alto Tierranegra, un ascenso de 10km al 5% que inicia en el peaje Casablanca hasta la entrada de Tausa, un municipio con dos vidas pues fue fundado en 1748 y reubicado en 1912.
Coronamos en el sector Boquerón y descendemos la cara opuesta del puerto de igual longitud e inclinación y cruzamos Sutatausa hasta llegar a Ubaté en donde escogemos un restaurante sobre la vía para desayunar y recargar los bidones.
El siguiente segmento constó de poco más de 60 km casi planos a excepción de unas 3 subidas cortas en las inmediaciones de Chiquinquirá y poco después de Saboya. Cruzamos las poblaciones de Capellanía, Susa y bordeamos Simijaca hasta llegar a Chiquinquirá, una ciudad Boyacense de gran importancia por económica y comercial, pero sobre todo por su basílica y la virgen María exhibida en su interior. No obstante, en esta ocasión decidimos no adentrarnos en la cabecera municipal puesto que es de un tamaño considerable y el tráfico también puede bajar el ritmo que traíamos así que escogemos la variante y dejamos la visita turística para otro día de menos afanes.
Después de almorzar en Saboyá, inicia el descenso mas esperado de la jornada pues son casi 25km en el que avanzamos rápidamente sin mucho gasto de energía, aunque si debemos estar muy alertas pues el estado de la carretera es muy irregular y el tránsito de tráfico pesado.
40 minutos después termina la dicha y llegamos a Puente Nacional, aunque seguimos derecho tomando la variante. De este municipio a Barbosa solo restan escasos 10 km para Barbosa y otros 15km a San José de Pare. La media tarde nos alcanza saliendo de Barbosa y con rayos de sol a nuestras espaldas. Con la sensación de que casi cumplida la misión, nos tomamos unos minutos en una tienda para refrescarnos con una Pony y comiendo una picada con gallina criolla.
Para rematar, aun nos cuantos kilómetros de llegar al hotel, decidimos desquitarnos y nos desviamos ligeramente para conocer Güepsa, una población cuya economía se basa en la siembra de caña panelera. Rápida vuelta al parque y salimos por el norte para encontrarnos con una sorpresa: la vía se encuentra casi hundida evitando el tránsito de vehículos. Afortunadamente el desastre vial aun no es total y motos y bicis se pueden dar las mañas de cruzarlo. ¡Difícil situación para los locales!.
Así concluimos la primera jornada de esta travesía y el resto de la tarde nos dedicamos a alistar los corotos del siguiente día y comer y descansar para recuperar energías porque nos queda mucho camino por delante.
Jornada 2: San José de Pare, Socorro, San Gil
Después de una noche de sueño profundo, salimos del hotel con la sorpresa de encontrarnos a un colega francés que ha recorrido Colombia durante 2 meses. Él ya viene regresando de la costa e intercambiamos consejos para el recorrido que aun nos falta a cada uno.
Iniciamos con un buen desayuno en la estación de servicio al lado del hotel cuyo restaurante nos sorprende con una decoración muy sofisticada y una oferta de productos igualmente especial; pero lo importante es que podemos comer suficiente para esta segunda jornada.
La etapa de hoy es una vieja conocida, pues los 100 km que nos separan de San Gil ya los recorrimos en uno de nuestros primeros viajes en el 2018 cuando conocimos Barichara.
Este segmento nos dejó unos recuerdos emocionantes, pero en especial el inesperado cansancio ya que es una ruta engañosa por los numerosos columpios y repechos que tiene el perfil.
Siendo así, sabemos que tenemos que tomarlo con calma y no sobrepasarnos de revoluciones cuando estemos en esas cortas bajadas en la que la velocidad sube la adrenalina y tienes la sensación de que puedes ir a toda marcha hasta encontrarse con una subida que te detiene en seco y te obliga a pararte en pedales.
Como comenzamos con el tanque lleno, el objetivo es administrar las energías y la comida hasta llegar a Oiba, ya que es el punto medio del recorrido. Además tenemos buenos recuerdos de su parque principal por su hermosura y unos deliciosos emparedados con jugo que probamos en la ocasión pasada.
Pero primero pasaremos por poblaciones como Santana en el km 9, Tolatá, El Olival y Vado Real. Aunque no nos detenemos en ninguna de ellas, soñamos con explorar todos esos cruces, vías y carreteras al oriente que conectan con Boyacá y poblaciones como Santa Rosa de Viterbo, Paipa, Gambita o Duitama.
Cumplimos el objetivo de llegar a Oiba y nuevamente recorrimos su parque principal pues tiene un encanto y belleza muy particular. Tomamos un excelente desayuno con las arepas santadereanas que nos encantan acompañadas de caldo de costilla y así destinamos 1 hora para recuperar fuerzas.
Al retomar, nos espera los kilómetros que faltan del ascenso de 8,4km al 4% que iniciamos en la Quebrada Boyacá y que se extiende hasta el desvío a Guapotá. Mientras tanto nuestra mente divaga en los hermosos paisajes, en la verde vegetación y en los escenarios naturales que nos maravillan. Cada vez entendemos el potencial que tiene el país para el Turismo. Esperemos que proyectos de inversión en las vías como La Troncal Central Norte (que va por Duitama-Capitanejo-Málaga-Pamplona), el proyecto que cruza Los Curos-Capitanejo-Málaga, y el segmento San Gil-Charalá-Encino-Duitama nos se queden en proyectos en papel y que de verdad potencialice la economía de esta inigualable región.
Nos divertimos en un largo descenso de 30km que nos lleva hasta la población de Berlin cruzando por el importante municipio de Socorro, que nos ha hospedado en varias ocasiones y que disfrutamos siempre de su imponente Basilica y hermoso parque principal.
Habiendo superado Berlin, a los 85 km, nos queda un camino ascendente un tanto irregular hasta San Gil, pero que siendo ya medio día, lo tomamos con calma para no sobrecalentarnos con los 35°C que nos acompañan y que nos recuerdan que estamos a tan solo 1100 msnm.
Finalizamos con un almuerzo con una buena carne santadereana y después de escampara una corta pero intensa tormenta aterrizamos en un hotel cerca al Parque el Gallineral y caminamos el centro del municipio durante la tarde.
Jornada 3: San Gil, Cañon del Chicamocha, Girón
Empieza uno de los días más importantes de la travesía: La etapa para atravesar el Cañon del Chicamocha.
Salimos antes de las 6 de la mañana de San Gil y sin mucho tiempo para calentar, al pasar por el parque el Gallineral, la vía no da espera e inicia picando para arriba y con un alto porcentaje de pendiente en sus primeros kilómetros. Por momentos, nos invade la duda de resistir una etapa difícil si al inicio ya nos sentimos con las fuerzas limitadas, sin embargo conforme avanzamos y la pendiente se relaja un poco respiramos y nos damos cuenta que en realidad el inicio era un segmento retador pero que no es la constante. ¡Qué alivio!
Conforme avanzamos los 25 kilometros de ascenso nos adaptamos a una vía asfaltada en buen estado pero sin berma y con alto tráfico vehicular y pesado; así que es de esos recorridos en los que se debe ir muy concentrado y atento a todo el rededor.
Cruzamos los desvíos a Mogotes y Curití municipios con interesantes atracciones naturales como cuevas y cascadas que resaltan aun más el potencial turístico del departamento del Santander.
En 2 horas y 11 minutos llegamos al punto mas alto e iniciamos el descenso de casi 30 km que nos llevará hasta las entrañas del Cañon del Chicamocha. Sabiamos que este segmento no iba a ser sencillo pues la vía es angosta, con mucha curva y sobre todo mucho tráfico. Pero, aunque estábamos avisados, honestamente es una de las bajadas de mayor complejidad que hemos realizado y que, sin pasar a mayores, nos dejó algunos sustos al rebasar camiones de carga larga. Por esto nuestro consejo es tomarlo con calma y paciencia pues no son pocas las historias de accidentes ocurridos con consecuencias fatales de las que nadie quiere ser parte.
Para fortuna nuestra, ya que existen puntos de parada como Aratoca, o Panachi, tenemos un largo segmento en el que baja el tráfico vehicular y nos liberamos de la presión por lo que podemos disfrutar del hermoso paisaje montañoso y admirar el cambio de la vegetación de un verde intenso y de muchos tonos que se va tornando naranja y amarillo de un clima más seco y árido.
Con el viento del descenso golpeando nuestro cuerpo, llegamos a Pescadero a las 9am sintiéndonos frescos y con temperatura corporal cómoda, pero una vez nos detenemos para tomar desayuno en seguida percibimos que la temperatura se eleva a los 30°C y que el sol nos va a acompañar por las próximas horas. Por esto, en la parado nos aseguramos de comer bien, hidratarnos y llenar bidones pues esto será la clave para continuar a buen ritmo la ruta.
Comenzamos a media mañana Alto Los Curos, una subida de 15km al 4,6% que nos pone a sufrir porque tanto las condiciones climáticas como el tráfico son difíciles de manejar y ninguno da tregua. ¡¡Razón tenían aquellos que nos abrían los ojos con gesto de asombro y un disimulado temor, cuando les contábamos íbamos a pedalear por esta carretera!!.
Pero al final, como todo en la vida, las dificultades son relativas y también dependen del punto de vista. En esta ocasión, esta lección la recordamos al ver a dos colegas cicloturistas realizando el mismo recorrido pero casi con la casa sobre el caballito!!. Si nosotros estábamos sufriendo, apenas nos imaginamos la infinita paciencia que deben tener estos valientes para afrontar el reto de esta manera. Aunque quisiéramos haber compartido y cruzado algo más que un saludo, cada uno estaba dando su propia batalla interna para cumplir el objetivo por lo que nos limitamos a dar algunas palabras de ánimo y admiración.
Coronamos el puerto poco antes del mediodía y celebramos con un grito de emoción para levantar el ánimo, el espíritu y “auto-felicitarnos” por el reto cumplido. La motivación funciona pues tenemos algunos arranques para intentar no dejarnos sobrepasar de tractomulas que nos pisan los talones y así no quedar detrás de ellas en el descenso, y aunque momentáneamente tenemos éxito, al aparecer un columpio, no hay manera de igualar semejante poder y potencia de estos animales mecánicos. ¡Pero bueno, es divertido intentarlo!
Ingresamos a Piedecuesta y la carretera se abre a 2 y 3 carriles, pero así mismo incrementa el tráfico y número de vehículos que transitan. Es una autopista ocupada, concurrida y agitada por lo que se debe estar muy atento para maniobrar con seguridad.
Ya con el tanque en las últimas, en el km 85 divisamos un restaurante amplio y cómodo donde decidimos almorzar con toda la calma del caso sabiendo que ya lo que nos queda es un tránsito por Floridablanca y bordear Bucaramanga para llegar a Girón, nuestro destino para esta jornada.
Así, a media tarde nos recibe Girón, otro pueblo patrimonio en el que izamos bandera, y recorremos su hermoso centro histórico con una caminata que nos permite estirar piernas y rellenar el espíritu con la esencia de los pueblos colombianos y la experiencia del bikepacking.
Jornada 4: Girón, San Alberto, Aguachica
Nos despertamos en Girón antes de que sonara el despertador, algo bastante extraño cuando estamos viajando ya que el cansancio por el esfuerzo físico hace que el sueño sea profundo; pero en esta ocasión una fuerte lluvia acompañada de tormenta eléctrica nos despierta antes del amanecer y nos hace pensar en el estado de la ruta en estas condiciones climáticas.
Nos alistamos sin mayor prisa para darle tiempo a la naturaleza y tener una oportunidad para salir en mejores condiciones. Nuestras oraciones son respondidas favorablemente, y pese a que no se detiene por completo, su intensidad es mucho mas aceptable y partimos poco antes de las 6 de la mañana.
Iniciamos con mucha calma ya que además de la lluvia y los charcos, nos encontramos con una vía en muy mal estado convirtiéndose en una carrera de obstáculos a evadir entre los huecos del asfalto, los carros, camiones y motos; todos luchando por avanzar y llegar a destino.
Una vez llegamos a la avenida Libertadores y la Vía al mar, las cosas mejoran ya que el trafico disminuye un poco y la vía es mas ancha y con berma, pero tras cruzar la glorieta que comunica a Bucaramanga con la costa, volvemos a una zona mucho más cómoda con la reaparición de la doble calzada. Aquí también empieza el primero de los numerosos columpios a superar en la jornada de hoy con dos tramos de aproximadamente 4km cada uno.
En este segmento, nos ocurrió de las anécdotas que mas recordaremos pues para total sorpresa, nuevamente nos encontramos con los colegas cicloviajeros del día de ayer en el Cañon del Chicamocha. Van mucho mas protegidos contra la lluvia y pacientemente pedaleando para mover esos kilos sobre las alforjas. Damos un rápido saludo que mas tarde ese día se extiende a una conversación por chat a través de las redes sociales en el que nos cuentan que su objetivo final es llegar hasta la Guajira. ¡Tremenda aventura!
Tras coronar este primer ascenso, continuamos por un descenso de igual longitud hasta Quebradaseca y en el que despedimos la doble calzada por enésima vez pero en este caso no la volveremos a ver hasta el km 107, es decir transitaremos por casi 80km de carrril sencillo en el que la tensión por los vehículos es constante y no se puede perder la atención al camino y todos los factores alrededor.
Hacemos pausa para desayunar en el km 25 antes de llegar al municipio de Rionegro. Favorablemente, mientras tomamos los alimentos la lluvia cesa y nos alegramos porque hará del resto de la etapa una experiencia mucho más agradable.
Entre sube y baja atravesamos poblaciones como El Playon, Betania, La esperanza, La pedregosa para llegar finalmente a San Alberto, el punto de referencia más esperados pues es la puerta de entrada a las planicies del departamento del Cesar. 2 km después de salir del casco urbano, empatamos con la troncal del Medio Magdalena o Ruta del Sol Sector II, de la cual no tenemos los mejores recuerdos pues en la Travesía a Bucaramanga, recorrimos 90 km muy difíciles debido al estado de la vía y al volumen de tráfico pesado.
Es media tarde y el calor nos vienen acosando hace un par de horas, así que para tomar un respiro paramos en la población de San Martin en donde nos resguardamos del sol y nos comemos una poderosas ensalada de frutas que revitaliza el espíritu, endulza el paladar y refresca la garganta.
Para los últimos 36km los rodamos en aproximadamente 1.5h y llegamos a Aguachica antes de las 5pm. Celebramos con toda poque sin duda fue la jornada de mayor exigencia hasta el momento por la variedad de terreno y condiciones climáticas. Continuamos a estirar piernas conociendo el centro del pueblo y comiendo los manjares de la zona.
Jornada 5: Aguachica, Curumaní
Quinto día e iniciamos con un régimen mas madrugador pues es necesario aprovechar las primeras horas del día para disminuir la cantidad de tiempo expuestos a los rayos de sol.
Pensamos íbamos a ser los únicos ciclistas rodando antes del amanecer, pero para nuestra sorpresa justo al frente del hotel se encontraban alrededor de 20 ciclistas iniciando su jornada de entrenamiento diario en sus bicicletas de montaña. Charlamos con los colegas los primeros kilómetros saliendo del casco urbano hasta que nuestros caminos se separaron.
Los primeros 20Km nos sorprende con unos sabrosos columpios y que nos hacen calentar motores prontamente. También el amanecer inicia un poco antes de los esperado pero la magia de los rayos del sol entre las nubes y los colores que desprende hacen mágicos esos momentos del viaje.
El objetivo es avanzar tanto como sea posible mientras el sol está en una posición tangencial y los rayos no tienen un impacto tan severo en nuestro cuerpo. Siendo así, rodamos por 45km y 2h sin descanso para llegar a Pelaya donde paramos a desayunar.
Indagamos con los locales sobre el estado de la vía para el recorrido que falta puesto que hay una diferencia casi abismal entre la comodidad de la doble calzada y, la inseguridad y riesgo que se siente en la vía de carril sencillo. El dueño del restaurante nos hace una descripción muy clara y precisa del estado de la autopista: Es como un acordeón, se cierra cuando cruza una población y se abre en los tramos intermedios entre las estas. Aunque no es lo ideal, sí es mas alentador que pensar que toda la autopista es estrecha y que tendríamos que lidiar con el paso del trafico pesado hasta llegar a la costa caribeña.
Durante la mañana avanzamos a buen ritmo, atravesando poblaciones como La floresta, El burro y Pailitas municipio en el cual hacemos una segunda parada para unas onces y recargar hidratación, con el objetivo de seguir con la buena velocidad de avance y llegar a Curumaní para la hora del almuerzo.
En el km 93 nos despedimos de la doble calzada y hasta el día de mañana la volveremos a ver. En estos últimos metros observamos con algo de desolación y decepción los frente de obras inconclusas de lo que debería ser una autopista de alta velocidad que conecte la costa atlántica con el centro del país.
Alcanzamos el medio día y aterrizamos en el destino final de la etapa, justo en el momento en el que las nubes nos abandonan y el sol brilla y calienta con bastante intensidad. Nos sentimos satisfechos por una etapa mas cumplida y nos dirigimos al centro del pueblo para conocerlo y reabastecerse de agua y comida para descansar y recuperar de la mejor manera para los días que nos faltan.
Jornada 6: Curumaní, Bosconia
Siempre nos esforzamos por hacer una detallada planeación de nuestras travesías. Revisamos vías, opciones de ruta, consultamos el estado de seguridad y calidad de los lugares por donde transitaremos y aseguramos los hospedajes. Pero, aunque tomemos todas estas medidas, el camino siempre tiene alguna lección por enseñarnos y a su manera. Ayer en la euforia de superar el 50% del viaje, nos descuidamos en la alimentación y la distracción que nos costó la intoxicación de uno de nosotros. Ya habíamos tenido eventos similares pero la severidad de esto sí nos hizo cuestionarnos la continuidad del viaje y la posilibilidad de tomar otro tipo de transporte para llegar al destino.
Lo pensamos y discutimos bastante, pero el deseo por cumplir el reto en su totalidad pudo más que lo que se podría considerar sentido común. Los consejos nos decían que lo mejor era descansar pero en nuestros cálculos el tiempo no nos daba para tomarnos una jornada completa sin avanzar.
El plan inicial dictaba hoy seria una jornada muy exigente con 180km hasta Aracataca, pero decidimos iniciar y conforme avanzáramos ir evaluando hasta donde iríamos.
Nos equipamos con sales hidratantes en abundancia y con manzana, puesto que la aconsejan cuando se tienen estos malestares estomacales. Arrancamos a las 5.30am y pedaleamos con mesura y mucha atención al comportamiento del cuerpo. Los primeros kilómetros no son fáciles, la carretera es estrecha y el trafico se siente mas activo que nunca pues en la costa las jornadas laborales empiezan temprano.
La primera meta es San Roque a los 11km a donde llegamos poco después de las 6am, aunque ya hay plena luz del día, algo de fortuna tenemos pues el cielo permanece nublado y la temperatura se mantiene relativamente baja. También nos encontramos con varios segmentos de trafico detenido por la presencia de frentes de obra en el sector del cruce de la Sierra, en donde camiones y tractocamiones estacionan por doquier. Algunos amigos conductores van con afán así que hay que mantener la atención en su máximo nivel para sobrepasar este transitado segmento sin mayores incidentes.
La Aurora nos da la bienvenida al sector carbonífero del Cesar, una región que aporte más de la mitad de la producción nacional. Esperamos esta dinámica económica se vea reflejada cada vez más en la infraestructura de los municipios y en la calidad de vida de sus habitantes.
Seguimos avanzando con la benevolencia del clima, y para distraer la mente nos concentramos en los enormes cultivos de palma de aceite que bordean por kilómetros y kilómetros la carretera y admiramos el tren de carga de la compañía Drummond que por mas de dos décadas ha trasnportado el oro negro de la región.
No obstante nuestro paseo mental no dura mucho ya que en el sector La Loma, la muy estrecha berma se vuelve intransitable por abundante material arenoso y lodo propio de esta zona por lo que por un tiempo se vuelve una competencia constante con los camiones para que nos permitan transitar con seguridad por el carril y esquivar los obstáculos en la vía.
Afortunadamente no es tan largo el segmento y pronto llegamos al cruce vehicular en el que decidimos detenernos para tomar el desayuno que consistirá en carbohidratos como arroz y papa y un simple caldo negro que permita al cuerpo debilitado tomar fuerzas sin mayores malestares.
Continuamos el camino y entre pedalazo y pedalazo cruzamos Loma Lina y Loma Colorada y transitamos cómodamente por doble calzada que ayuda mucho a avanzar a buena velocidad sin tanta tensión y más descansadamente.
Antes del medio día alcanzamos Bosconia a los 100 kilómetros. Inicialmente nos detenemos para buscar un segundo desayuno o almuerzo, pero después de evaluar el estado del cuerpo, decidimos que es momento de parar y dejar la jornada hasta este punto. Ya consideramos una victoria el haber recorrido todo este tramo en las condiciones actuales así que no tomaremos riesgos y le daremos al cuerpo tanto tiempo como sea posible para que se recupere.
Conseguimos sin mayor inconveniente un hotel y nos tomamos el resto del día para comer con calma, alimentos suaves y descansar la mayor cantidad de tiempo posible. En un futuro volveremos para visitar Aracataca, pueblo natal del maestro Gabriel García Márquez..
Jornada 7: Bosconia, Santa Marta
Debido al largo descanso que pudimos tener durante la tarde y noche del día anterior, decidimos nuevamente salir aun con el cielo oscuro para aprovechar al máximo las horas sin sol.
Siendo Bosconia un municipio de mucho comercio y tránsito, tan pronto salimos del hotel notamos que, a pesar de la hora, la actividad esta ya en su pleno apogeo y estaremos muy bien acompañados desde nuestros primeros pedalazos.
Siempre es un poco intimidante transitar en la penumbra guiados solo por las luces en nuestros manillares, más aun con vehículos rebasándote a unos cuantos metros, sin embargo en cuestión de unos minutos que pasaron volando, el cielo empieza a aclarar y el panorama a despejar.
Mientras avanzamos y cruzamos la población del Copey a los primeros 10km, vamos con la adrenalina a tope puesto que hasta ahora la autopista a sido de calzada sencilla y con una berma muy angosta y limitada.
Tal vez sea la emoción de saber que es nuestra ultima etapa, pero nos sentimos fuertes y con energía. Avanzamos a buena velocidad y en poco mas de 1,5 horas cruzamos al departamento del Magdalena y alcanzamos la población de Loma del Balsamo en km 40.
Poco antes de la entrada a Fundación en el km 65, decidimos detenernos en una amplia estación de servicio en donde el restaurante es sitio habitual para que los pasajeros de las flotas y buses paren a comer. De esta manera nos reabastecemos y volvemos a tomar aire para un segundo empujón.
Retomamos a toda marcha, pero el avance se ve levemente retrasado por el sol que empieza a calentar, así que administramos la energía para asegurarnos de no sobre-esforzarse en esta primera mitad del recorrido. Mientras tanto fijamos los ojos y distraemos la mente con el verde intenso de la vegetación y de las plantaciones inmensas de banano que bordean la carretera y que caracterizan esta zona tanto por la importancia de este cultivo en la economía del país, como por la historia que lleva consigo la población y estas tierras para llegar al momento actual.
Tras alcanzar el centenar de Kilómetros, el paisaje empieza a cambiar dando paso a las imponentes montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta, una maravilla geológica que condensa en 17.000 km2 todos los pisos térmicos del País, además de tener el pico mas alto a 5.775 msnm.
Seguimos comiendo kilómetros hasta que nos alcanza el medio día. Pasamos por varias poblaciones como Santa Rosalia, La Gran Vía, San Pablo, Zawady, El Reposo, Río Aguja y La Isabel en donde encontramos un cómodo restaurante con aire acondicionado en donde almorzamos y con calma y renovando energías para el ultimo trecho. La ansiedad por llegar cada vez es mas fuerte.
Cerca ya al cruce a Cienaga, considerada la segunda población mas importante del Magdalena, la vía nos sonríe abriéndose nuevamente en doble calzada con una muy amplia berma justo en el momento para deleitarnos con el paisaje costero y maravillarnos con el horizonte que en el alto de una meseta nos muestra el inmenso e interminable azul del mar caribe.
En este último segmento se debe estar muy atento a los cruces y señalización, ya que la autopista tiene varias bifurcaciones que reparten al sector del Rodadero, Santa Marta, Minca, Tayrona, Palominio o la Guajira.
Finalmente pasadas las 2 de la tarde, nos adentramos entre los barrios y calles del Rodadero y tocamos la arena amarilla de las playas. Es difícil describir las emociones que sientes en un momento en el que alcanzas el objetivo y completas una aventura que te dá tanto durante el camino; por ahora solo decimos que estamos profundamente agradecidos por tener la oportunidad de vivir una experiencia de esta magnitud e invitamos a todos bikepackers a seguir rodando sin parar.