Para la segunda jornada, nuestros guías nos tenían preparada una experiencia muy especial pues realizaron nuestra inscripción en un evento ciclístico que se desarrolla en la zona de denominación de origen del Penedés de la Comunidad Autónoma de Cataluña; región reconocida mundialmente por su actividad y producción vitivinícola.
A diferencia de los eventos en los que hemos participado en Colombia, nos causó bastante curiosidad que en este caso no hubiera un inicio masivo de todos los participantes, sino que es cada uno decide cuando partir y a qué ritmo pedalear. Es decir, no hay cronometraje, no hay premios por los mejores tiempos, ni cronoescaladas. El objetivo primario es disfrutar, conocer la región y maravillarse con los diversos paisajes. ¡Tremenda experiencia!.
Durante el recorrido pasamos por poblaciones como Puigdàlber, Grabuac, Vilobí y San Sadurní de Anoia, todos pueblos de menor tamaño pero con ese aire de época medieval que parecen cuentos de hadas; o más bien, ¡entendimos porque lo cuentos de hadas son como son !!…
Al igual que en Colombia, también se encuentran numerosos templos religiosos como la Església de Sant Andreu construida en 1942, la Ermita de Sant Sadurni, el Santuari de la Mare de Déu del Foix cuyos datos indican de su existencia desde el siglo VIII, una verdadera reliquia.
Pero eso sí, lo que más nos impactó fue la cantidad de hectáreas cultivadas con uva para la industria vitivinícola, pues en muchas ocasiones nos deteníamos a admirar el horizonte y no veíamos el final de los campos cultivados. Una locura completa.
Para terminar una jornada inolvidable, rematamos en el festival conocido como CAVATAST, una feria en la que los diferentes productores locales dan a mostrar sus productos; y locales y turistas tienen la oportunidad de degustar una cantidad innumerable de vinos espumosos que deleitan el paladar.
Esta fue definitivamente una de las experiencias que nos empapó de la cultura catalana y todo lo que tiene que ofrecer.