Barcelona - Girona
Un destino obligado si estas en Cataluña en bicicleta es la ciudad Girona, una ciudad Famosa por su Catedral de Santa Maria, de las construcciones más impresionantes de España y Europa, pero especialmente porque en años recientes se ha convertido en un Hub internacional de ciclismo. Tiendas muy bien diseñadas, amplia variedad de productos y talleres especializados, complementan de manera única la impresionante geografía y variedad de rutas de los alrededores.
Pero primero, debemos partir del Puerto Naval de Badalona, que ha sido nuestro hospedaje, y que se encuentra a poco mas de 120 Km del objetivo.
Como era de esperarse, Pep nos prepara una ruta muy variada con todo tipo de terrenos, iniciando con una autopista ciclista llamada Ciclovía del Parc Fluvial de Besos, un camino que delinea el Río del mismo nombre, y que se ha adecuado para la practica de todo tipo de deporte de los habitantes de la zona.
Avanzamos unos buenos kilómetros hasta llegar a Martorelles donde no nos detenemos, pero sirve para desviarnos hacia el primer segmento de gravel europeo, es decir una capa de destapado pero totalmente lisa y rodadora. Este camino nos lleva hasta La Roca del Valles, en donde probamos unos deliciosos croissants con un “cortado” que nos levanta la energía para seguir por los caminos de destapados.
Entre los variados recovecos que probamos en esta magnífica ruta, también transitamos por avenidas, polígonos industriales, ciclorrutas y caminos en medio de cultivos. Mejor dicho, quedamos perplejos con la cantidad de opciones que tienen los ciclistas para diseñar rutas para todos los gustos.
Castello d´Empuries - Coll de Banyuls
En esta segunda etapa del viaje, nos sumergimos en el corazón del Pirineo Catalán, recorriendo un trayecto de 79 kilómetros desde Castelló d´Empuries hasta Espolla. La ruta nos lleva por pintorescos pueblos como Roses, Port de la Selva, Llançà y Rabós, ofreciéndo impresionantes vistas de la costa mediterránea y las montañas de los Pirineos.
La aventura comienza con una visita Roses y una vista panorámica de su muralla que guarda entre sus piedras hasta 5 siglos de historia de la península Ibérica, además de tener una de las bahías más hermosas de Europa y por lo mismo, un flujo de turismo bastante significativo.
Después de antojarnos de un chapuzón en el Mediterraneo, seguimos por la línea costera para atravesar el Parc Natural de Cap de Creus, principal reserva natural de Cataluña, en donde probamos unos buenos kilómetros de columpios en un gravel mas parecido al colombiano que pone a prueba nuestras fuerzas y resistencia a la temperatura pues en el cielo no se asoma ni una sola nube.
Pero después de sudar varios litros de agua, todo se ve recompensado con una espectacular vista panorámica en la que confluyen las áridas montañas, el profundo azul del mar, y las construcciones blancas de Cadaquéz.
Siendo medio día, nos encontramos con Juli y Fuet para tener un picnic a la orilla del mar en Platja de S´Aranella, en el que la brisa nos refresca y la deliciosa comida nos reconforta para continuar con el resto de la jornada.
Continuando el camino, nos dirigimos a una subida de 5 km hacia Port de la Selva, disfrutando de las vistas panorámicas de los Pirineos, hogar del buitre «quebrantahuesos». Después de unos buenos kilómetros, llegamos a Port de la Selva y Llançà, un punto de referencia para los motociclistas que buscan iniciar la Ruta Transpirenaica.
Tras un descenso vertiginoso, en Villaminiscle, una vez más confirmamos la profunda cultura viajera Española pues nos cruzamos con una familia que viaja en compañía de dos mulas, cargadas con el equipaje de la familia, es decir «mulapacking” ¡¡ Tremenda sorpresa!!
Entrada la tarde, finalmente alcanzamos la última parada del día en Espolla, una población con un pasado histórico marcado por la Guerra de Sucesión Española. Tras una breve pausa para disfrutar de los jamones y el vermout local, nos dirigimos al refugio de Banyuls, donde nos preparamos para una noche sin privilegios, pero con una chimenea acogedora y una vista espectacular de Cataluña y Francia.
Coll de Banyuls - Macanet de Cabrenys
Nuestra primera noche en refugio fue una experiencia para no olvidar: Una deliciosa cena al fuego, acompañada de un buen vino, divertida compañía y un cielo despejado que nos permitió disfrutar del brillo de las estrellas como rara vez se puede desde una ciudad capital.¡¡ Era imposible pedir algo más!!
En la mañana, con un sol radiante, nos disponemos a hacer el descenso desde el Refugio de Banuyls hasta Espolla en donde ingresamos para comer en el bar del pueblo el desayuno que nos dará las energías para lo primeros kilómetros. Posteriormente iniciamos el trayecto dirigiéndonos al Castelle de Requesens, una estructura arquitectónica del siglo XI ubicada sobre la Serra de L´Albera que tiene 25 Km de longitud y separa las llanuras de L’Empordà y de Rosellón por lo que hace parte de la línea fronteriza franco-española desde 1659, por el Tratado de los Pirineos.
La ruta es inhóspita pues nos adentramos en la montaña por camino destapado, rodeados de vegetación y sin cruzarnos a una sola persona en los 15Km de recorrido. El sudor aparece y la potencia de las piernas es puesta a prueba con la dificultad del terreno.
Le damos la vuelta al castillo, pues no podemos ingresar, y descendemos hasta la población de Cantallops, en donde encontramos un encantador restaurante cuyo techo esta formado por hermosos árboles que ofrecen un ambiente muy agradable para disfrutar de la hora del almuerzo.
De postre tenemos un espectacular descenso hasta La Jonquera, sobre una capa de asfalto en perfecto estado y que nos permite tomar velocidad rápidamente. Eso sí, con todos los cuidados para no cometer ningún error que ponga en riesgo el resto de la travesía.
Continuamos por la carretera bordeando poblaciones como La Jonquera, Agullana y Darnius, hasta llegar al Embalse Darnius-Boadella, reserva de agua proveniente del Río Muga que ofrece una vista inigualable del cuerpo de agua que abastece a los pobladores de la región.
Finalmente, terminando la tarde, aterrizamos en Maçanet de Cabrenys. Municipio conocido por ser el paso de miles de refugiados en la época de la guerra civil. En este punto es momento de subir las bicicletas a la furgoneta y realizar el ultimo ascenso al Refugio del Les Salines, un lugar totalmente libre para el uso de los ciudadanos cuando realizan actividades al aire libre y que ofrece lo necesario para una noche segura y aventurera.
Macanet de Cabrenys - Pont de Molins
Despertamos con un sol radiante y cielo despejado que asemeja a los anteriores días de travesía, pero la temperatura es considerablemente más baja anunciando el fin del verano y la entrada del otoño. Por esta razón, y por primera vez en todo el viaje, nos ponemos las chaquetas para pedalear y transitar el descenso hasta Maçanet de Cabrenys.
A pocos kilómetros de terminar la bajada, un sonido metálico nos alertó de la presencia de un toro enorme en medio del camino. El animal, al vernos, se asustó y dirigió su mirada a nosotros, y con un trote suave se acercó. Nuestra reacción, además de sudar en frío, fue pasarnos al otro lado de una cerca electrificada. Unos segundos después, perdió interés en nosotros y se adentró al césped al lado de la carretera. Pasamos sigilosamente y ahora tenemos una anécdota para contar en casa.
Poco después, llegamos a Sant Llorenç de la Muga, un pequeño pueblo con un encanto medieval y una interesante historia pues allí se construyó la Real Fundición de Sant Sebastià de la Muga para la fabricación de balas de cañón y municiones y que operó entre 1771 y 1794. Hoy en día, solo quedan ruinas de la fundición, pero aún se pueden apreciar algunos vestigios de su pasado industrial.
A medida que avanzábamos, el paisaje cambiaba constantemente. Pasamos de frondosos bosques a campos abiertos, de colinas suaves a terrenos más escarpados. El camino también variaba, alternando entre asfalto, grava y senderos pedregosos. Uno de los tramos más desafiantes fue una subida de 600 metros con pendientes de hasta el 18% en la variante destapada que conduce a Boadella d´Empordá. A pesar del cansancio acumulado, pedaleamos con determinación para superar este último obstáculo.
El esfuerzo se vió recompensado pues llegamos al Embalse Darnius-Boadella, donde conseguimos una imagen tipo postal de la estructura de 63 m de altura y 250 m de ancho construida en 1969 para controlar las «mugadas», que era como se le conocía a las crecientes del Riu Muga. Con un único azul turqueza, tomamos la merienda maravillados por este inigualable paisaje.
Finalmente, llegamos a Pont de Molins, nuestro destino final. Allí, nos reunimos con Juli, quien nos había estado esperando con una gran sonrisa y una deliciosa comida. Disfrutamos de una tarde de celebración, compartiendo historias, risas y anécdotas de nuestra primera travesía por el país Ibérico.